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El Imperio colonial belga es el nombre que recibe el conjunto constituido por las colonias de ultramar, las dependencias y los territorios obtenidos por Bélgica tras su inclusión en el reparto de África durante el último tercio del siglo XIX,[1] donde el rey Leopoldo II logró que le fuera concedida la mayor parte de la región del Congo. Además, tras la Primera Guerra Mundial, los belgas obtuvieron de Alemania, a través del Tratado de Versalles, la colonia de Ruanda-Urundi.
Bélgica controló dos colonias durante su historia, el Congo Belga (hoy República Democrática del Congo) de 1908 a 1960, y Ruanda-Urundi (Ruanda y Burundi) de 1922 a 1962. También tenía una pequeña concesión en China y era coadministrador de la Zona Internacional de Tánger en Marruecos.
Aproximadamente el 98% del territorio de ultramar de Bélgica era perteneciente a la colonia del Congo Belga (aproximadamente 76 veces más grande que la propia metrópoli). Esta se originó como propiedad personal del rey del país, Leopoldo II, en lugar de obtenerse mediante la acción política o militar del estado belga. La soberanía fue transferida a Bélgica en 1908.